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El reencuentro

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El reencuentro

Llevo varios días fuera de casa, ya he terminado el trabajo y tengo ganas de llegar a casa para ver a Taponel. Lo he dejado solo, y tengo muchas ganas de verle.

Llegué a casa, abrí la puerta y di una voz:

– TAPONEL.
– ¡Estoy aquí! No te he sentido abrir la puerta.
– ¿Has estado bien? ¿Te has aburrido?
– He estado muy tranquilo, no me he aburrido. He estado muy entretenido rodando por toda la casa. Pero ya tenía ganas de verte.
– Yo también tenía ganas de verte y conversar contigo.
– Tú siempre me has dicho que tus padres son los alcornoques. ¿Tienes hermanos?
– Sí, tengo un hermano.
– ¿Cómo se llama?
– Colmito.
– ¿Cuánto tiempo hace que no le ves?
– Mucho. En las fábricas de tapones de corcho, las planchas son cortadas y, con una broca cilíndrica, hacen los tapones. Todos los tapones caemos juntos en un depósito, pero posteriormente, al clasificarnos, nos separan y vamos a sitios diferentes según su clase. Ese fue el último día que vi a Colmito.
– Entonces sois muchos hermanos.
– Sí, somos muchos hermanos, pero vosotros también. Vosotros tenéis la raza blanca, amarilla… Nosotros, en los tapones de corcho natural, tenemos dos razas. Ya me conoces a mí, Taponel, represento a los tapones de mejor calidad; y mi hermano Colmito representa a los tapones que tienen los poros tapados, colmatados.
– ¿Te gustaría ver a tu hermano?
– ¡Síiiiiii, muuuuuchooooooo!
– Tengo una vasija con tapones. Son de muchos tipos. Cada vez que abría una botella y los tapones que me daban, los depositaba en ella como decoración. Vamos a verla, a ver si está allí tu hermano.

Nos dirigimos hacia donde estaba la vasija. Al llegar a ella, Taponel se para y me mira fijamente:
– Taponel, ¿qué te pasa? ¿Por qué me miras así?
– No creo que esté ahí mi hermano.
– ¿Por qué?
– Solamente veo tapones aglomerados y microaglomerados.
– Llámale, lo mismo está y no le ves.
– Voy a dar una voz fuerte para que me escuche, si está. “¡COLMITOOO!”

Colmito y TaponelLos tapones se empiezan a mover, y desde dentro sale un tapón. Taponel se empieza a poner nervioso, da saltos y grita. A esos gritos le contesta el tapón que quiere salir:

– ¡COLMITOOO, hermano, estoy aquí!

– ¡TAPONEEELLL, hermano, qué alegría!
– ¡COLMITO, sal de ahí y deja esas malas compañías, que nosotros somos los mejores tapones para los vinos!

Colmito dio un salto y salió de la vasija. Los dos hermanos corrieron para encontrarse, se abrazaron y se pusieron a dar saltos de alegría.
Me dio mucha alegría el encuentro de los dos hermanos y verlos cómo, abrazados, se contaban cosas. Después de un largo rato, seguían abrazados y se pusieron a cantar.

Esa canción que cantaban me recordaba a la de los partidos de fútbol:

A por ellos, oe, a por ellos, oe…. A por ellos, oe con Colmito y Taponel!

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