
Colmito y Taponel visitan el campo
Lo estamos pasando muy bien en casa, pero no es bueno quedarnos aquí tanto tiempo. Vamos a salir a dar un paseo al campo.
Al escuchar esta palabra, Colmito y Taponel abrieron los ojos. Más grandes no podían ser, y exclamaron:
—¿Qué es el campo?
—El campo es donde vive la naturaleza: árboles, plantas, animales… Vosotros vivís aquí conmigo, veis casas, grupos de personas, vehículos circulando, ruidos… Eso en el campo no existe.
—¡Fabuloso! Queremos ir, vámonos ya.
—Esperad, no tengáis prisa. Si vamos a pasar unas horas allí, tengo que prepararme. Sé que vosotros no lo necesitáis, pero yo sí. Tengo que llevarme un bocadillo y una botella de vino. Esperad un momento, lo preparo y nos vamos… ¡Ya está, vámonos!
Salir con Colmito y Taponel era muy emocionante, me recordaba a cuando salía con mis hijos. Claro que ahora es diferente, tengo menos responsabilidad, pero cuido de ellos con el mismo afecto. Mientras caminábamos, repetía cosas parecidas a las que decía a mis hijos cuando eran pequeños:
—No corráis, que vais a salir rodando. Venid aquí, que ya hemos llegado al campo. Dadme la mano, que os tengo que decir unas cosas.
El campo es diferente, hay que tener algunos cuidados. Si os caéis en un arroyo, flotáis en el agua, y esta os arrastraría sin saber adónde. Así que os pondré en el bolsillo del jersey y seguimos hablando. No quiero que os pase nada.
Después de caminar durante varias horas, llegamos a un sitio tranquilo, sin peligros. Saqué a Colmito y a Taponel del bolsillo y les dije:
—Jugad un rato, lleváis mucho tiempo en el bolsillo y es necesario que os mováis.
Colmito y Taponel se pusieron a jugar. Los veía disfrutar. Rodaban de un lado a otro, se metían en un pequeño charco, flotaban y se empujaban. Pero, pasado un rato, empecé a escuchar unas voces… ¡Se estaban insultando!
—¡Aglomerado!
—¡Reinventoso!
Tuve que intervenir:
—No quiero que los hermanos se insulten. Si me enfado, os doy con el sacacorchos y os va a doler.
—¡Nooo, nooo!
Después de hablar con ellos, hicieron las paces, se abrazaron y se pusieron a reír.
—¿Qué veis a vuestro alrededor?
—Veo árboles y el suelo todo verde, es hierba —me dijo Taponel.
—A lo lejos veo animales comiendo —gritó emocionado Colmito.
—¿Conocéis a los árboles?
—¡Siiiiii! Son nuestra familia, los alcornoques. Los otros son parientes, las encinas.
—¿Los árboles dan frutos? Y si dan frutos, ¿cómo se llaman?
—¡Siiii, belloooootaaaas! —respondieron Colmito y Taponel a voces.
—Mirad lo bonito que es esto. Habéis visto árboles, hierba y animales comiendo. Los árboles, con sus raíces, sujetan el suelo y evitan que, en época de lluvias, se pierda la tierra. Su copa protege el suelo y a los animales. Sus frutos caen al suelo y sirven de alimento para el ganado. ¿Qué más da el alcornoque?
—¡Cooorchoooo!
—Veo que me estáis escuchando, me alegra que estéis atentos.
—Esto que estáis viendo es vida. Los animales comen bellotas y vegetales, un verdadero complemento alimenticio. Sin la vegetación, nosotros no podríamos vivir. Las plantas, a través de sus raíces, absorben nutrientes del suelo. Luego, en sus hojas, ocurre un proceso fundamental para la vida: la fotosíntesis.
Gracias a la fotosíntesis, las plantas convierten estos nutrientes en alimento y oxígeno, esenciales para el desarrollo de vegetales y animales. Nosotros nos alimentamos de plantas y animales, así que sin esto, la vida no sería posible. Por eso, es muy importante respetar nuestro entorno natural.
—¡Aaaahhhh! —respondieron Colmito y Taponel, sorprendidos.
Se hizo un silencio… pero, de repente, sentí un golpe fuerte en la espinilla. ¡Colmito me había dado una patada! Tenía una cara de mucho genio y, con furia, me dijo:
—Si sabes todo esto… ¡ya puedes empezar a proteger a nuestra familia, los alcornoques!
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