Image thumbnail

El proceso del cambio

HomeNoticiasEl proceso del cambio

El proceso del cambio

Corría el año 1978. Trabajaba en Estados Unidos, en una multinacional de la industria de la climatización.

En aquel tiempo los ingenieros, seguíamos utilizando tablas y reglas de cálculo para nuestros cálculos de termodinámica; uno de los que más hacíamos eran las mezclas de aire con diferentes temperaturas y humedad.

De pronto apareció en el mercado una calculadora de mano programable; lo mejor era que su programa se podía guardar en una cinta magnética. Era la que fue famosa Texas Instruments TI59.

Inmediatamente comencé a hacer pequeños programas que me ayudaban mucho en mi trabajo, pero al hacerlos surgió un problema social. 

Cuando nos juntábamos a almorzar con los otros ingenieros, todos se reían de mí, simplemente porque yo era algo diferente a ellos con mi pequeña calculadora, en lugar de usar la regla de cálculo.

Un día esto nos llevó a un desafío.

Un ingeniero polaco, de gran tamaño, había sido campeón de boxeo en su ciudad natal, aún recuerdo su nombre, Zeromski, me desafió a que él haría el resultado de una mezcla de aires, antes que mi calculadora.

Dicho y hecho, acepté el reto y un compañero dictó las condiciones de entrada de los datos y una vez que los dos contrincantes dimos el OK de partida yo solo tuve que apretar un botón y comencé a dictar los resultados antes que mi amigo Zeromski, hubiera hecho el primer cálculo. 

El ambiente y trato cambió, pero nadie se compró una calculadora.

Esta es la perfecta definición de lo que nos encontramos en el proceso del cambio. Yo siempre lo he hecho así, yo sé cómo hacerlo y lo hago bien, ¿por qué debería cambiar?

Pues bien, en días pasados me encontré en medio de una conversación con uno de los antiguos pioneros de la industria del corcho en Extremadura, que me indicaba la dificultad que se presentaba para conseguir medianamente aceptables sacadores

 

Le indiqué que me parecía extraño que aún no hubiera máquinas para extraerlo, a lo que me contestó, si las hay, el problema es que están acostumbrados a lo antiguo y no quieren cambiar.

Me puse a investigar y encontré la dichosa maquinita que parece ser está hecha en Badajoz.

La empresa se llama Coveless y la pueden encontrar fácilmente en Internet.

En un vídeo muestran lo fácil que es de operar y ustedes también lo pueden ver en https://youtu.be/cVz-S__5buU 

A la vista de lo que puede hacer, en condiciones normales un árbol se puede rayar en unos 5 minutos. Por otro lado, en general se considera que una pareja de sacadores puede extraer alrededor de 20 árboles por día, en consecuencia, el robot sacador puede hacer más del doble del trabajo que el humano.

Por otro lado, si se fijan en la formación del alcornoque, verán que, dentro de su redondez, existe la deformación en líneas que son la consecuencia de los hachazos de los sacadores cuando su hacha traspasa la capa suberofelodérmica, que separa la madera del tronco del corcho, sobre la cual este crece.

Pues bien, el robot detecta esta capa y no la rompe, haciendo que el tronco crezca más redondo y haga que el corcho tenga menos desperdicios al crecer este de forma más regular.

Bueno, pues basado en mi experiencia, ahora solo queda una cosa: el desafío.

Hay que buscar diez alcornoques iguales, dos sacadores, uno con el hacha y otro con el robot, medir el tiempo que le tomó a cada uno de descorcharlos y ver si la diferencia de tiempo puede amortizar los 3850 euros que cuesta la máquina. 

Caso cerrado.

Bueno, no tanto, todavía nos queda convencer a los viejos y explicarles bien el proceso del cambio.

Sin comentarios

PUBLICAR UN COMENTARIO